Reflexión
A La Cintura de Una Muchacha Oh, delgado contorno de la vida. El fluir de la sangre en él acaba. Oh, columna de luz y ansia de lava. Volcán para mi mano estremecida. Límite de la tarde preferida, bajo un torso de niebla enajenada. No hay tránsito a la noche enamorada, pájaro sometido y sin salida. Oh, ese cerrado cielo en que se unen el poderoso mare y el labio suave de la tierra: horizonte atormentado. Cómo acecha la muerte ese volumen hermoso, tan levísimo e ingrave. Oh, la flecha de Dios en tu costado. (Vicente Gaos).
A los doce años sabía dibujar como Rafael, pero necesité toda una vida para aprender a pintar como un niño
A los doce años sabía dibujar como Rafael, pero necesité toda una vida para aprender a pintar como un niño